The Fate of Jazz

Судьба джаза

País: Rusia

Director: Nicolay Grinko

Género: Si te preguntas qué es el jazz, nunca lo vas a saber.

La narrativa es un tanto esquemática, aburrida a más no poder en su convicción por evitar obstáculos y complicaciones. Una revolución está naciendo y un ritmo está siendo aplastado. El tiempo transcurre, la ideología domina, los enemigos del estado están aquí. Y aún con esto, The Fate of Jazz (2012) está repleto de giros y matices, y la trama es tenaz solo cuando su melodrama se toma demasiado en serio, provocándonos para depositar toda nuestra simpatía en el músico cuyo único error fue tener una pasión contrarrevolucionaria. Valentin, el músico en cuestión, es demasiado cabeza dura para sentir pena por sí mismo y nos da mucho espacio para especular sobre sus motivaciones. Su efímero éxito murió con él, y después nadie pudo reconocer sus logros. Esto es, ciertamente, una situación muy triste, pero, quizá, no tan dramática como el film lo sugiere, y al final de la película estamos muy tentados en cavilar nuestra propia versión de lo que realmente creemos fue lo que significó el brutal comentario de la esposa del protagonista: “Tu música me hace muy feliz, pero tú no.” ¿Cuántas veces hemos estado en esa situación donde la misma persona nos causa felicidad e infelicidad al mismo tiempo y nada en esto nos parece extraño? Ésta es, tal vez, la más importante aportación de The Fate of Jazz a la deprimente cartelera cinematográfica de hoy en día; la dotación suficiente de nostalgia para fundirnos, una vez más, con un ritmo que creíamos superado. El cambio es el enemigo porque siempre reclama víctimas colaterales. El Jazz en el cine es un personaje que parece exclusivo de los viejos tiempos, y aunque nunca haya dejado de sonar, parece que solo somos capaces de escuchar su eco.

The Fate of Jazz firmada por Nicolay Grinko cuya carrera despuntó con la caída de la URRS, es en sí una historia apasionante donde vemos a un joven cineasta tratando de desenterrar la mayor cantidad de anécdotas ocultas por los soviéticos, con la misma convicción de quien trata de hacer confesar al  psicoanalísta de sus padres por medio de la tortura. Una de estas confesiones más escandalosas es la referente a la primera orquesta excéntrica de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Banda de Jazz de Valentin Parnakh. Ubicada en los primeros años posteriores a la revolución bolchevique, The Fate of Jazz inicia con el casting de los músicos que integran la banda y las enormes dificultades que encontró Valentín en hallar músicos sensibles a este nuevo ritmo – y quien no duda en dar indicaciones en ruso y francés aunque los músicos solo entiendan la mitad de lo que dice. Y si bien tardó varios meses en encontrar a los elementos indicados y tuvo que animar varios eventos familiares de la naciente clase política soviética, sí encontró rápidamente a Irina, la que sería su esposa durante más de 30 años y quien terminó delatándolo frente a las autoridades por practicar, fomentar y difundir música enemiga, música de jazz que en palabras del mismísimo Maxime Gorki no era más que el caos insultante de la locura diseñada a provocar bailes eróticos, el símbolo mismo de la degeneración del capitalismo… y eso que Gorki nunca tuvo oportunidad de escuchar y ver a Shakira.

Valentin Parnakh, cuyas biografías más serias no lo describen como un músico destacado o talentoso,  era más bien un hombre con un plan, y eso no necesariamente estaba bien visto por las autoridades que encarcelaron, por primera vez a Valentin y a su banda de jazz, durante varios meses, hasta que fue liberado y rehabilitado, no sin antes ofrecer un emotivo recital dentro de la prisión. Rodeados del estigma de los artistas castigados injustamente, la Banda de Jazz de Valentin Parnakh empezó a disfrutar de un gran éxito, comparable con cualquier banda de rock de nuestros días. Pero tal éxito fue opacado por el surgimiento de muchas otras bandas de jazz y muchos más enemigos de Valentin, quienes no dudaban en sabotear sus presentaciones o piratearle a sus mejores músicos. Entre esos enemigos sobresale Leonid Utesov, cabeza de la Proletarian Jazz Band. Leonid no solo quería derrocar a Valentin, sino quería destruirlo pues Irina lo había abandonado para irse con él.

Afortunadamente hay muchas otras cosas que pasan durante el film, y aún si la trama funciona correctamente como para mostrarnos todo el contexto histórico sin caer en el panfleto revisionista, no deja de sorprender la poca o nula profundidad con la que está planteado el personaje de Leonid Utesov, quien con el tiempo se convertiría en uno de los más queridos artistas de la URSS – aunque la crítica especializada no ha tardado en señalar las numerosas concesiones artísticas que Utesov hizo al régimen soviético.

Arruinado, perseguido y abandonado por Irina, Valentin se exilia en un pequeño pueblo e inicia ahí la formación de otra banda de jazz. The Fate of Jazz no es un film documental aunque todos los protagonistas hayan existido en la realidad, ni tampoco es una obra que busque restablecer el olvidado prestigio de Valentin Parnakh. The Fate of Jazz es una película sobre el silencio. El silencio que surge cuando alguien escucha algo que no siente y le da rabia no entender lo qué está sucediendo. Varios años después de estar en el exilio, estalla la segunda guerra mundial y el pueblo donde vive Valentin es ocupado por los alemanes, cuyo gusto musical es lo suficientemente amplio como para escuchar con atención a la banda de Valentin durante un buen rato y ejecutarlos acto seguido junto con sus instrumentos. En toda esta última parte de la película, vemos a Valentin cada vez más silencioso y susurrándole a su mascota grandes pasajes de su vida, hasta que se acerca al más joven de los miembros de su banda y le dice algo al oído que por el sonido de la música no alcanzamos a escuchar más que una frase que resume en gran medida su vida tal como la ha querido contar Nicolay Grinko: “Si tan solo pudiéramos hablar como tocamos.”

He aquí una muestra representativa del soundtrack del Film The Fate of Jazz a cargo de Leonid Utesov y su banda: My dear Muscovites (audio cortesía del blog amigo ceints de bakelite).

4 comentarios en “The Fate of Jazz

  1. Es poco conocido que Valentín Parnakh, invitado por Eisenstein para proporcionar una pista sonora para el Acorazado Potemkin, se rehusó bajo el pretexto que sufría de «mal de mar».

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