El film en cuestión es El invitado es el último que se va (2012) firmada por Ramiro Von Guy. La crítica especializada calificó el film como sobreexitado y proclive a mostrar demasiadas lentejuelas, aunque dedicaron sendos elogios a la estilización histérica de la dirección, la cual se refieren, supongo, a esos planos lentos y largos mostrando amplios espacios donde los personajes se ven minúsculos. Hay muchos más ejemplos de esta estilización histérica durante el film, pero primero examinemos más de cerca algo de este exceso de lentejuela.
La trama es demasiado hábil por momentos, una especie de lección en cómo sobreelaborar un flashback. Vemos y escuchamos tres llamadas por celular en tiempo presente. Un tipo llamado Gus está tratando de localizar a tres personas que están dentro de los planes de la fiesta de Rebeca; un Disc Jockey, un Barman y una Prostituta de lujo. Los dos primeros no responden la llamada, y la tercera solo responde para mandar a la chingada al chavo. Enseguida, y en aún en tiempo presente, vemos a las tres personas dentro de la suite imperial con tobogán alquilada por Rebeca para su fiesta, quien también recibe una llamada de Gus. Rebeca nunca antes había visto ninguno de los tres personajes que tiene frente a ella, pero sí sabe que ninguno de ellos quiere tener contacto con Gus, ni ser contratado por él para animar su fiesta, pero sí le gustaría dar a Gus una oportunidad de resarcirse ante sus conocidos. Esta última llamada de Gus da pie a uno de los primeros y extensos flash backs del film. Uno a uno vamos viendo el origen de los problemas entre Gus y sus amigos. Al final de cada flash back regresamos a la suite donde Rebeca sigue convenciéndolos de que si no fuera por las traiciones e intrusiones de Gus, ninguno de ellos hubiera logrado tan exitosa carrera. «Gus destruyó tu equipo» le dice Rebeca al DJ. «Gus evitó que te contrataran» le dice al Barman. «Gus te robó dinero y el corazón» le dice a la prostituta. Entonces hay una pequeña escena donde finalmente los tres personajes aceptan participar en la fiesta de Rebeca. La sugestión de toda esta secuencia es clara; las mejores fiestas son las que organizan las enemistades, ambientes donde viejos rencores se transforman en nuevos rencores.
Si tuviéramos que decidirnos por cuál es la referencia detrás de cada uno de estos personajes, diríamos que Trent Reznor es el modelo para el DJ, Vladimir Putin es el modelo del Barman y La Tetanic para la Prostituta. Hay muchas candidatas para el modelo de Rebeca – aunque no podemos evitar pensar en Kate Middleton y en Celine Dion -. Pero esta no es realmente una película de personajes, sino de estereotipos. Ramiro Von Guy y su equipo de guionistas anticiparon cuidadosamente no tanto sobre lo que todos creemos saber sobre cada uno de esos estereotipos asociados a la fiesta, sino sobre lo que imaginamos que los reventados deben hacer. Este abordaje sobre sale por inteligente, pero también por resultar un poco caótico, ya que en nuestro imaginario pueden convivir diferentes tipos de estereotipos al mismo tiempo.
¿Qué es exactamente un estereotipo? Alguien quien necesita aprender cómo decir, utilizando muy pocas palabras, frente a cámara quién es y qué hace. ¿Qué es exactamente una fiesta? Una forma tomar la realidad y alterarla hasta la mañana siguiente. «Mañana en la noche trabajamos juntos» escuchamos decir Gus en voice over al mismo tiempo que vemos a los tres personajes abandonar la suite imperial. Gus es un inescrupuloso organizador de fiestas, quien no duda en mentir y engañar a cualquiera para realizar sus eventos. A menos, claro, que el único momento terrible de El invitado es el último que se va sugiera que Gus es tan solo el límite de la narración, un malparido que busca pisotear todo lo que es noble y auténtico en él.
Sin duda todo esto forma parte del exceso de lentejuelas, pero es tiempo de regresar a la estilización histérica. Cerca del final de la fiesta del cumpleaños, Gus rescata a Rebeca de sufrir una sobredosis pero no logra revivir a la mejor amiga de esta. De pronto la cámara parece distraerse del creciente drama alrededor del cadáver, y lentamente se retira para revelar a un grupo de invitados que aún están no están enterados de lo sucedido, la cámara continua y muestra a los huéspedes de otros cuartos al mismo tiempo que empezamos a escuchar la voz de Gus quien habla sobre la importancia de bien organizar una fiesta. Regresamos con Rebeca y el cadáver de su amiga pero colocadas como si fueran una instalación artística ambientando la fiesta. Todos las ven pero nadie reacciona verdaderamente. El brutal acto de la fiesta (tanto la que sí sucede, como la que planeamos y la que imaginamos): eso es lo que enfrentamos al ver El invitado es el último que se va, un film que prepara una fiesta, la fiesta ocurre pero nos deja la impresión de no haber ido ya que preferimos seguir imaginándola.